viernes, 14 de octubre de 2016

Puedo y no quiero

Es cierto que con el tiempo os acabaréis acostumbrando a un tono duro en mis críticas, quizás es que me cuesta más hacer críticas donde destacar lo positivo y, por contra, me sale fácil despotricar de todo aquello que veo y no me gusta ver; quizás sea que le encuentro un morbillo especial a las críticas negativas porque son las que acaban en debates más intensos; o no lo sé, quizás sea que últimamente me siento en una butaca y acabo pensando "¿por qué he pagado para esto?".

Pues ayer fui al cine. Al cine en jueves, que aquí es más caro. Pero claro, tenía que alimentar ese gusanillo semanal que me arrastra hasta estas líneas y, por esas cosas de celebrar días de esclavitud, esta semana tocaba saltarse el día barato. Que más que barato debería ser "el día que el cine está a su precio", pero ese ya es otro tema.

La fiesta de las salchichas, amigos. ¿La película? Bien. Un bien sin más. A diez minutos del apogeo final me estaba durmiendo, pero quiero pensar que fue culpa de la lluvia y de las diez mil baldosas que me empaparon los pies antes de llegar al coche. Realmente me aventuré a verla porque la crítica no era mala en general, prometía cierto nivel de humor (que tampoco viene mal), y nunca suelo hacerle ascos a las animaciones. El problema empieza cuando un director considera que romper el binomio "animación - niños" es llenar la película de tacos, alusiones fálicas y símiles sexuales por doquier.

La película podría no haber sido mala. El trasfondo de crítica social religiosa es muy bueno, no tiene pelos en la lengua, te lo dibuja tal cual es y te lo suelta tal cual suena. Pero claro, estamos ante lo de siempre: una crítica fuerte diluida entre centenares de tópicos comerciales para que la película llene salas de gente insulsa que, de lo contrario, se levantaría de la butaca despotricando por no haber entendido ni la mitad. Esto lleva a no más de hora y pico de metraje rebosante de insultos sin ningún tipo de gracia y miles de alusiones sexuales, que acaban en una gigantesca ola de escenas con todos los productos del centro comercial follando propias de la mente de cualquier depravado sexual.

Tampoco es todo malo. El dibujo está bien. Los primeros 20 minutos de película, si la ves sin sonido, hasta parece de Pixar con semejante derroche imaginativo para "dar vida" a cada producto del lineal de un supermercado. Y bueno, también me reí tres veces.



A.

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