Llega un punto en que ya no sé si sería capaz de tumbarme a
ver una película sin activar mi ojo crítico que, al tiempo que se va empapando
del argumento, no para de repetirse el porqué de todo. A veces acaba bien, los
porqués encajan, todo queda ordenado en la cajita y te deja clavado en la
pantalla por varios minutos tras ver el final. Pocas veces, claro. Otras muchas
te ves obligado a ir tirando de cualquier manera los porqués, no se ordenan en
la caja y te empujan a un estrepitoso y caótico final cual montaña de basura
que no hay por dónde coger.
Hoy no, hoy es un día feliz. Un día dedicado a una de las
obras maestras de mi mejor top cinéfilo. Me reservo este espacio para una
película densa; de esas que te invitan a acomodarte en la butaca, olvidarte del
mundo y abrirle las puertas a la maravilla moderna de la gran pantalla. “Erase
una vez en América”, erase una vez el mejor Sergio Leone y su mejor reparto.
Ésta no es una película para decir “voy a verla, que no se
me ocurre otra”. Necesita calma, un buen rato a solas (o con uno de esos buenos
compañeros cinéfilos que saben callarse y no pasarse la película pegado al
móvil), y ganas de disfrutar. En la obra de su vida, Sergio Leone condensa casi
cincuenta años de la América mafiosa, con unos personajes que evolucionan desde
una pandilla de ladronzuelos renacuajos a una de las bandas del crimen
organizado más importantes de la época de la ley seca.
Durante más de tres horas tendremos momentos para reír, para
llorar, para quedarnos sin aliento y, sobre todo, para vivir las decisiones de
unos personajes que te hacen acompañarles de la mano desde los primeros diez
minutos. Un reparto envidiable que sabe estar a la altura de esta obra maestra,
tanto en la parte en la que los protagonistas son mayores, como en la que son
niños; con una asombrosa capacidad de ver y reconocer los gestos de los
personajes tras un enorme salto de edad.
Por si todo esto fuera poco, “Erase una vez en América”
aterriza en tu pantalla con la, posiblemente, mejor banda sonora de todos los
tiempos. Un espectacular Ennio Morricone que una vez más ensalza majestuosamente
el dramatismo en cada una de las escenas. Y hacedme caso, si no sabéis silbar,
aprended antes de darle al play,
porque es de esos ritmos que se quedan dentro y vuelven cada vez que quieren.
Dejaos de Marvel y ved una película.
A.
Enhorabuena.
ResponderEliminarNo he visto la película pero después de leer tu estupendo comentario me muero por verla.saludos.