viernes, 21 de octubre de 2016

La obra de una vida

Llega un punto en que ya no sé si sería capaz de tumbarme a ver una película sin activar mi ojo crítico que, al tiempo que se va empapando del argumento, no para de repetirse el porqué de todo. A veces acaba bien, los porqués encajan, todo queda ordenado en la cajita y te deja clavado en la pantalla por varios minutos tras ver el final. Pocas veces, claro. Otras muchas te ves obligado a ir tirando de cualquier manera los porqués, no se ordenan en la caja y te empujan a un estrepitoso y caótico final cual montaña de basura que no hay por dónde coger.

Hoy no, hoy es un día feliz. Un día dedicado a una de las obras maestras de mi mejor top cinéfilo. Me reservo este espacio para una película densa; de esas que te invitan a acomodarte en la butaca, olvidarte del mundo y abrirle las puertas a la maravilla moderna de la gran pantalla. “Erase una vez en América”, erase una vez el mejor Sergio Leone y su mejor reparto.

Ésta no es una película para decir “voy a verla, que no se me ocurre otra”. Necesita calma, un buen rato a solas (o con uno de esos buenos compañeros cinéfilos que saben callarse y no pasarse la película pegado al móvil), y ganas de disfrutar. En la obra de su vida, Sergio Leone condensa casi cincuenta años de la América mafiosa, con unos personajes que evolucionan desde una pandilla de ladronzuelos renacuajos a una de las bandas del crimen organizado más importantes de la época de la ley seca.

Durante más de tres horas tendremos momentos para reír, para llorar, para quedarnos sin aliento y, sobre todo, para vivir las decisiones de unos personajes que te hacen acompañarles de la mano desde los primeros diez minutos. Un reparto envidiable que sabe estar a la altura de esta obra maestra, tanto en la parte en la que los protagonistas son mayores, como en la que son niños; con una asombrosa capacidad de ver y reconocer los gestos de los personajes tras un enorme salto de edad.

Por si todo esto fuera poco, “Erase una vez en América” aterriza en tu pantalla con la, posiblemente, mejor banda sonora de todos los tiempos. Un espectacular Ennio Morricone que una vez más ensalza majestuosamente el dramatismo en cada una de las escenas. Y hacedme caso, si no sabéis silbar, aprended antes de darle al play, porque es de esos ritmos que se quedan dentro y vuelven cada vez que quieren.


Dejaos de Marvel y ved una película.



A.

1 comentario:

  1. Enhorabuena.
    No he visto la película pero después de leer tu estupendo comentario me muero por verla.saludos.

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