Protagonizada por Jim Carrey y estrenada en el 1998, El Show de Truman es sin duda el claro ejemplo del marketing en versión película. Es publicidad en toda su esencia.
Para aquellos que no la hayáis visto, Truman vive una vida aparentemente normal, salvo porque desde que nació, toda su vida está siendo retransmitida -algo así como un Gran Hermano-, lo único es que él no sabe que está pasando.
Esta película es el claro ejemplo de Product Placement o Emplazamiento, forma que la televisión o el cine utiliza para introducir publicidad de manera que no nos sea agresiva, haciendo que los personajes hablen o interactúen de manera cotidiana con ellos.
En la película, al ser una retransmisión constante, los personajes, no solo interactúan con los productos que más adelante se verán por televisión, sino que tienen que “venderlos”, hablar de sus características y de sus maravillas. Hecho que vuelve loco a Truman porque no entiende porqué su mujer, sus amigos, su entorno actúa así.
Hay escenas evidentes en la que la mujer le enseña y explica las características de un cuchillo de cocina nuevo, o un cacao para hacer chocolate a la taza,... la manera que tiene la mujer de “mostrarlo a cámara” hace que Truman se vuelva loco. Otras escenas más que evidentes son en las que Truman se encuentra a una pareja de amigos, que siempre que le ven lo paran “empotrandolo” contra un cartel publicitario, que durante la película la publicidad va cambiando. Al final de la película Truman no para de cuestionarse el comportamiento de la gente hasta que destapa la realidad.
Ésta es una de las mejores películas que muestran la “tele realidad” que tan de moda está desde hace unos años, y por supuesto, una de las mejores de Jim Carrey, que parece que todo lo que toca se convierte en oro con sus magníficas actuaciones.
P.
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