viernes, 2 de diciembre de 2016

Superheroes de verdad

Siempre que me siento a redactar unas líneas sobre una película trato de evadirme unos minutos antes e intentar ser objetivo al máximo. En cambio en cuanto empiezo a golpear el teclado me olvido totalmente de los comentarios objetivos y pienso "Para qué voy a ser objetivo, si lo más divertido de esto es ser subjetivo y visceral". Y creo que muy cierto; al fin y al cabo, si queréis ver una película lo haréis, y si no queréis, dudo muchísimo que simples líneas os hagan cambiar de opinión. Cuando leemos críticas, lo hacemos con el único objetivo de alimentar ligeramente una tendencia positiva hacia algo más positivo aún o viceversa; en general, nuestras opiniones personales respecto a temas subjetivos son prácticamente inamovibles.

Hoy hablamos de cine negro, cine negro y superheroes, una combinación excelente. Desgraciadamente es una combinación prácticamente inexistente en el mundo del cine. Diría que es raro, pero nada más allá de la realidad. Por muchas viñetas oscuras (y espectaculares) que existan, el cine de superheroes es comercial hasta decir basta, y muy poquitas veces se resaltan esas historias oscuras por encima de los toques de humor absurdos y el exceso de efectos especiales.

No obstante así, Nolan es distinto a todos. Nolan sí escogió al Batman oscuro y lo plasmó en la gran pantalla en una trilogía trepidante, con un ritmo abrumador y que en ningún caso cansa con diálogos trillados que buscan poco más que resaltar a un protagonista que, de lo contrario, sería absolutamente incapaz de brillar por sí solo. Todo esto no pasa en el Batman de Nolan, que sabe brillar únicamente con su presencia.

Un superheroe que recibe (y sabe recibir) golpes de todo tipo, pero se recompone, saca fuerzas y lucha. Se hunde, y vuelve emerger con más potencial que antes. Esos viejos superheroes que nunca mueren, pero están lejos de ser ese ente controlador incapaz de sufrir daño como nos tiene acostumbrados Marvel; lejos de esos superheroes que se duelen más de un comentario jocoso sin una pizca de gracia, que por caerle un edificio de setenta y nueve plantas rebosante de magma volcánico en medio de una tormenta eléctrica.

Villanos de los de verdad. Villanos que hacen película y son capaces de verdad de controlar el largometraje sin caer en las típicas escenas de guión insulso en las que nos explican todo el plan maquiavélico (vaya a ser que el espectador se pierda entre tanto misterio). Y sí, es cierto que ese Joker es capaz de nublar a un muy buen espantapájaros; no es menos cierto que ese Joker humille a un Bane que va claramente de más a menos. Pero aún así, están por encima de los demás villanos para menores de tres años.

También es cierto que no todo son elogios para Nolan; como todos, acabó saltando al pozo de lo comercial, y tuvo que plantear un cierre de trilogía con muchos más elementos para contentar a las masas. Manteniendo su aspecto oscuro de cine negro, sí, pero mucho más dentro de gracietas trilladas, un villano que se desinfla y explica muchísimo más de lo que debería, metraje de protagonismo a una chica que no encajaba ni en la entrada del cásting y, de lejos, una trama mucho más floja que las dos precedentes. Pero aún así, continúan estando por encima de casi todas las demás.


A.

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